El turismo es un fenómeno que está en un claro proceso de cambio de tendencias. El que surgió tras las 2ª Guerra Mundial, basado en el descanso de grandes masas de población cerca del mar, ha dado paso a otro más complejo que combina la búsqueda de sol y playa con los valores culturales y las señas de identidad de las comarcas, regiones o países. Esta demanda ha impulsado la creación de museos, ecomuseos, espacios naturales,….. centrados en la llamada cultura material.
El patrimonio industrial se ha beneficiado del “tirón” en una especie de vuelta al romanticismo aventurero del s.XIX interesado en descubrir todo aquello considerado diferente. El turismo industrial conecta al viajero a través de itinerarios, museos y vestigios con el pasado de la Revolución Industrial. La aproximación a las huellas dejadas por la industrialización marca un nuevo paisaje cargado de simbolismo y momentos industriales que sirve de atractivo turístico y de recurso para desarrollo económico respetuoso con el pasado y las innovaciones de otros tiempos.
Este tipo de patrimonio es el más joven de todos los patrimonios puesto que ha sido utilizado en muchos casos hasta fechas recientes. Se compone de restos que poseen un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico. Estos restos consisten en edificios y maquinaria, talleres, molinos y fábricas, minas y sitios para procesar y refinar, almacenes y depósitos, lugares donde se genera, se transmite y se usa energía, medios de transporte y toda su infraestructura, así como los sitios donde se desarrollan las actividades sociales relacionadas con la industria, tales como la vivienda, el culto religioso o la educación.
Todo ello se encuentra en la ciudad de Peñarroya – Pueblonuevo, localidad que pretende ser un destino especializado en arqueología industrial.