La influencia del cambio climático en una actividad económica tan relevante como el turismo, merece ser planteada y divulgada, como ya viene haciendo en parte la Organización Mundial del Turismo. El producto turístico se verá afectado por el cambio climático, ya sean hoteles a pié de playa, campos de golf, o estaciones de esquí, incluso como deportes acuáticos como el submarinismo.
Además de la agricultura y la pesca, el turismo es el sector más afectado por los cambios climáticos en curso y la evolución anunciada en los próximos 50 años. Así lo reconocen los informes de la ONU, las asociaciones de propietarios de actividades turísticas y los operadores del sector.
Cierto es que el calentamiento global también ofrece oportunidades, con nuevas actividades económicas en torno a la generación de energías renovables. También al turismo, sobre todo en zonas templadas, que permite ampliar la temporada y aumentar el turismo de mayores.
En la adaptación a los efectos del cambio climático, el uso sostenible de la biodiversidad es fundamental. Si el aumento del nivel del mar se llevara 15 metros en media España antes de 2050, afectando a la albufera valenciana, a las salinas pitiusas, a Doñana, la Costa Brava y la Manga del mar Menor habrá que rediseñar el mapa playero y las facilidades de construcción en la costa. El espectacular deshielo de zonas del Ártico, que está aumentando el turismo hacia Groenlandia, y las temperaturas más moderadas en Europa Central están disminuyendo el turismo europeo tradicional en Canarias y el Mediterraneo. El cambio climático está afectando también a la conservación de obras declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Es decir, la sostenibilidad económica turística es cambiante de unas zonas a otras, hay que adaptar las ofertas y crear la oferta adecuada a la demanda existente para garantizar un desarrollo sostenible del turismo.